No. I

No. V

 

Te soñé sin conocerte en las noches de vigilia,

todo era precario, pueril y desierto,  

conocí la sonrisa espuria y el deseo actuado,  

te rogué que vinieras y te pedí que te alejaras.

 No apostaba por mi alma, perdida y calcinada,

caminaste sobre el mar de las incertidumbres

sobre el suelo árido de mi consciencia,

sobre la pesadez y las cenizas ardiendo.

Hiciste frente a colosos,

el amor era de otros y al mismo tiempo de nadie

mi corazón perdido fuera de mi cuerpo

se hizo letra, se hizo canción, se hizo tuyo.

 

L. J. Rodríguez

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