El cóndor y la virgen
El cóndor y la virgen Emilia Umaña completaba treinta y dos días sin dormir; los párpados se le habían pasmado; la piel de su rostro se resquebrajaba de a pocos y ya no se reconocía si estaba con los vivos o con los muertos. Lo que tampoco se sabía, era lo que causaba su insomnio; …