Mi matrimonio

Mi matrimonio 2

El día de mi matrimonio y después de que todos estén lo suficientemente satisfechos, porque han comido y bebido a expensas de mi libertad, deberé demostrar lo que más importa en el asunto: mi pureza.  Tendré que sangrar en mi primer coito, cosa que me aterra y prefiero ignorar hasta ese día, hasta que ya no pueda escapar. Confieso que en el pasado me obsesioné tanto con el tema y tuve tanto miedo de que mi himen no sea tan fuerte y se rasgue al hacer deporte, que visité a mi ginecóloga con más frecuencia de lo normal. Si se diera el caso de no sangrar, quedaría en duda mi trasparencia, honestidad y por sobre todo esa pureza que roba el sueño a más de uno. Seguramente, y como ya lo he visto en otras ocasiones me condenarán al exilio, no pertenecería más a mi familia, como tampoco a la familia que había ganado con mi nuevo esposo. Nunca se es tomado en cuenta, la alta probabilidad que no sangres, como ya dije por el hecho de que tu himen se rasgue al hacer deporte, después de un examen ginecológico o simplemente porque no naciste para que este se pinte al romperse. De este modo, mi esposo me estará llevando antes de que amanezca de nuevo a mi hogar.

Mis amigas occidentales me repiten una y otra vez mis derechos como mujer y a mi libre sexualidad y albedrío, pero lo que ellas no entienden, es mi relación contigo y tus enseñanzas, por eso te pido perdón, por las veces que he pensado en el sexo. Confió en ti y confió en que estás siempre a mi lado, que seguirás estando cuando me sienta triste y miserable, que mis oraciones constantes me conectan a ti y me limpian el pensamiento de lo mundano. Pero, como quitar de mis pensamientos, el hecho de que a las puertas de mi casa estará todo aquel que manifieste interés por mi inocencia. Llegarán a comprobar el color de mi sangre, mi única satisfacción será, ver sus caras de asombro al descubrir que mi sangre es tan roja como la de ellos, pues se darán cuenta de que no soy la princesa que está viviendo un cuento de hadas. Si llego a sangrar lo suficiente como para hacer feliz a los interesados, por fin estaré lista para seguir haciendo feliz al hombre que me acompañará toda la vida gracias a mi madre.

Ya sé que estarás pensando que soy una dramática, que esto lo hacen cientos de mujeres a diario y debería estar agradecida y orgullosa de mi credo. Pero te confieso, que en realidad no puedo con esto, por eso me entrego, me entrego a ellos, que hagan conmigo y con mi cuerpo lo que quieran, ya no puedo soportar más angustia y zozobra. La incertidumbre de no saber nada me agobia, cada vez que suena el teléfono, creo que mi madre al otro lado me dirá que haga mis maletas lo deje todo y regrese a casarme, pues ya han aceptado una oferta. Pero no dicen nada, no explican nada, no quieren que sepa nada, no creen que sea necesario, por eso, me rindo y me entrego, me estoy lanzando al precipicio con la esperanza de que alguien me rescate ahí abajo, antes de tocar el suelo.

 ***

Se llegó el día de regresar y ver al hombre que mis padres han elegido para mí, no sé si es alto, gordo, flaco, si tiene los dientes completos, si bebe alcohol, fuma o no le gusta el café. No lo conozco más allá de un par de fotos junto a su madre, mujer que no se separa de él y la cual no se separará de mí cuando inicie esta nueva vida. La mujer que será mi suegra me querrá examinar en cuanto toque el país, me valorará según temo como mercancía y echará una primera vista para corroborar que el producto no esté defectuoso, pues si llega a estarlo, es tan fácil como devolverlo. Dios, ¡tú no quieras!, pues me ha constado lágrimas y nervios la llegada de este pretendiente a mi vida. No le visto nunca en persona, pero mi madre está encantada con él. ¿Como no estarlo? Si está a punto de casar a su única hija mujer, una mujer de 26 años a la cual ya la dejó el tren, debería estar agradecida si tengo suerte de encontrar algunas migas por el camino. Debería haberme casado como las demás entre los 20 y 23 años, después de eso es muy dudable el tipo de persona que eres, ya que, con esa edad, no es fácil de entender por qué no te has casado.  

En la sociedad occidental en la que me encuentro ahora, ven con respeto y admiración la persona que soy, en esta sociedad de excesos no es común ver todos los días, una mujer de 26 años, con una carrera profesional, un trabajo estable, que no bebe, ni fuma, no sale de fiesta y por, sobre todo, no ha probado de los placeres de una noche de pasión con algún novio o con un desconocido. ¿Qué más podría pedir la vida? Ya que es algo que muy poco se ve. Pues para mi familia, es una vergüenza no estar casada con la edad que tengo.

Håber” significa esperanza en danés, es lo único que siempre he tenido, no importa en qué. Mis pensamientos y deseos van cambiando, dependiendo de lo avanzado que vea el problema. Al principio tenía Håber de que mis padres cambiaran de opinión, luego tuve Håber de encontrar a alguien, pero mis padres me advirtieron que mi futuro esposo debería compartir conmigo la misma religión. Por otro lado, querían comunicarse con él, en ese orden de ideas, mis opciones eran limitadas, después de eso tuve Håber de encontrar a alguien de mi país aquí en Dinamarca y quedarme en este lugar con él por un tiempo, pero fue algo imposible.

En este momento mi Håber es que mi futuro esposo acepte venir aquí conmigo y quedarnos un par de años más, porque aún no me siento preparada para regresar. Podríamos ahorrar algo de dinero para nuestro hogar, pero como ya les dije, mi esperanza o Håber cambia según lo alto que tenga el agua al cuello.

Por eso me entrego, que hagan conmigo lo que quieran, si al final soy su hija y mi vida les pertenece.

L. J. Rodríguez

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